El Tercer Testamento Enseñanza 186
Versión Compendiada

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De Enseñanza 186


15 Creed en la inmortalidad del espíritu. Os digo esto, porque hay quienes creen que la muerte, en los que se obstinan en el pecado, destruirá su existencia y los proscribirá de la vida eterna, dejándolos sujetos al castigo, también eterno.

16 Los que tal concepto se forman son los que han interpretado erróneamente algunas de mis revelaciones, equivocándolas en su sentido. Si eso fuera cierto y posible, sería tanto como declarar la derrota del amor, del bien y de la justicia. ¿Qué objeto hubiera tenido entonces que me hubiera humanizado, mi pasión, mi muerte y mi presencia en cuanto hombre entre vosotros? No olvidéis que Yo vine por los pecadores, por los enfermos, por los esclavos, por los hambrientos, por los perdidos.

17 Vuestro espíritu posee la vida eterna que le fue transmitida por el Espíritu Divino, y lo único que en él morirá será la envoltura, la carne, la cual dejará para poder elevarse. También verá morir al pecado, si es que lo lleva consigo, y las tinieblas de la ignorancia caerán de él como fruto sin vida; mas el espíritu, después de cada una de esas muertes que experimentará en sí, sin morir él, se levantará más fuerte, más consciente, más luminoso y puro.

18 ¿Habéis experimentado en vuestra vida alguna pasión material que hubiese abrasado todo vuestro ser, privándoos de escuchar la voz de la conciencia, de la moral y la razón? Es cuando ha caído el espíritu más bajo, porque es entonces cuando las tentaciones y la fuerza de la bestia del mal, que habita en la carne, lo han dominado. Y, ¿acaso no es cierto que habéis experimentado un gozo y una paz profundos cuando lograsteis libertaros de aquella pasión y vencisteis su influencia?

19 Esa paz y esa alegría se deben al triunfo del espíritu sobre la materia, triunfo logrado a costa de una inmensa lucha, de una cruenta batalla interior; mas bastó que el espíritu cobrase fuerza y se irguiese, inducido y aconsejado por la conciencia, para que al sujetar los impulsos de la carne se librase de seguir dejándose arrastrar hacia el abismo.

Ahí, en esa lucha, en esa renunciación, en esa batalla contra vosotros mismos, visteis morir algo que habitaba en vuestro interior, sin que fuese vuestra vida; era tan sólo una insana pasión.

20 Comprended entonces, que cuando el hombre llegue a guiarse por la inspiración de la conciencia y sujete todos sus actos al mandato superior, será como si naciera dentro de él un hombre nuevo, aquél para quien no exista la muerte, porque a la materia tan sólo la considerará como la necesaria envoltura para su espíritu, y cuando éste deba ir a habitar a su verdadera morada, el cuerpo tendrá que descender al seno de la tierra para ir a fundirse con ella.

21 Os digo que la muerte eterna no existe, mucho menos podría existir la expiación eterna. Muere sólo lo que es superfluo, lo inútil, lo malo, y la expiación debe cesar cuando se ha logrado la purificación.

Ya os dije en aquel tiempo, que nada en mi Obra se perdería, os dije también que no se perdería ninguno de mis pequeños, y además os revelé la inmortalidad del espíritu diciéndoos: Yo soy la vida, quien crea en Mí, no morirá jamás.



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