De Enseñanza 176
2 Me preguntáis: -¿Cómo fue posible que a Jesús le tocasen las tentaciones del mundo?- A lo que Yo os contesto, que no fueron tentaciones bajas las que tocaron el corazón de vuestro Maestro.
3 El cuerpo que tuve en el mundo fue humano y sensible, era el instrumento que utilizó mi Espíritu para entregar mis lecciones a la Humanidad. Sabía la prueba que le esperaba porque mi Espíritu se lo revelaba y aquella materia sufrió por el dolor que le aguardaba.
4 Quise que aquel cuerpo os diese aquellas muestras de Humanidad para que quedaseis convencidos de que mi dolor fue real y mi sacrificio, en cuanto hombre, verdadero.
5 De no haber sido así, mi sacrificio no hubiese tenido mérito ante los hombres.
Por eso tres veces invocó Jesús la fuerza de mi Espíritu, que era quien lo animaba, para vencer en la dura prueba. La primera vez fue en el desierto, la segunda en el Huerto de los Olivos, la tercera en la cruz.
6 Menester fue hacerme hombre y entregaros mi cuerpo y sangre, para que en ese cuerpo hiciese mella el dolor que la Humanidad le infiriese.
Si hubiese venido en Espíritu, ¿qué sacrificio hubiera hecho por vosotros? ¿A qué hubiese renunciado y qué dolor podríais haberme hecho sentir?
7 El Espíritu Divino es inmortal, el dolor no llega a Él, mas la carne es sensible al dolor, es limitada en sus potencias, es mortal por naturaleza; por eso elegí ese medio para manifestarme al mundo y ofrecerle mi sacrificio verdadero, para enseñaros el camino de vuestra salvación.
8 Mientras seáis pecadores, tenedme presente en aquella pasión y recordad aquella sangre, para que, arrepintiéndoos de vuestras faltas, os purifiquéis y tratéis de imitarme en aquel ejemplo de amor infinito que os di.